El mundo necesita valor, no coste marginal cero. Reflexiones sobre Jeremy Rifkin

Jeremy Rifkin postula en su último libro que nos acercamos a una Sociedad en la que el coste marginal de muchas cosas estará próximo a cero. Rifkin, anuncia que será necesario plantear un nuevo modelo económico ya que el capitalismo perderá su esencia. Para nosotros sin embargo, esta discusión oculta un problema de fondo mucho más relevante y acuciante, la falta de innovación en valor.

¿Quién es Jeremy Rifkin?

Como podemos encontrar en Wikipedia, Jeremy Rifkin es un sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense. Rifkin investiga el impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, la fuerza de trabajo, la sociedad y el medio ambiente.

Jeremy Rifkin

Jeremy Rifkin y la Sociedad del coste marginal cero

Uno de los últimos trabajos de Jeremy Rifkin es su libro «La Sociedad de coste marginal cero: El internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo» (Octubre de 2014), que un profesional tecnológico nos recomendó (¡gracias Carlos!) y hemos leído con mucho interés.

La idea base del libro es que el desarrollo de la tecnología y la competencia continua entre agentes del mercado, van a llevar a muchos sectores hacia productos y servicios casi gratuitos que reflejan el escaso coste marginal de producirlos.

Por una parte, la justificación más general que plantea para soportar está conclusión es debida a la competencia y la presión para reducir costes en mercados maduros. Planteando que en este tipo de mercados, siempre existen inversores (capital) y empresas que exploran continuamente cualquier posibilidad para ofrecer soluciones con menores costes (y más rentables por ello), pese a los esfuerzos de los líderes de cada sector empeñados en defender inversiones ya realizadas y mantener el status-quo.

Por otra parte, el autor explora el mundo de las tecnologías de la información para encontrar ejemplos en los que se haya producido efectivamente esta evolución hacia un coste nulo o casi nulo. El mundo del software libre, o el éxito de Wikipedia, son ejemplos que utiliza como argumentos en favor de sus conclusiones.

A partir de esta idea, el autor busca y reflexiona sobre modelos de organización que permiten organizar este tipo de mercados en el que el valor económico no sirve como criterio fundamental ya que prácticamente ha desaparecido. Rifkin explora tanto modelos surgidos a lo largo de la historia, como la organización de nuestro actual tercer sector (o sector no lucrativo), y particularmente los modelos ya citados dentro del mundo de las tecnologías de la información. Todos ellos, los engloba con la denomización del «procomún colaborativo», y anticipa su crecimiento en el futuro.

Nuestra opinión

Compartimos con Rifkin nuestra admiración por los modelos que demuestran el gran éxito de la inteligencia colectiva y la colaboración (sin fin económico) en lo relativo a Internet y las tecnologías de la información. Este tipo de ejemplos nos parece que ilustran de una forma magnífica no una participación desinteresada, como se podría interpretar la colaboración en proyectos que no buscan un fin económico en sí mismos, sino la complejidad de nuestros propios intereses, que en determinados contextos pueden situar el fin económico por debajo de otros (nuestro deseo íntimo de trascender, el interés real por ser parte activa en la creación de un futuro mejor para los demás, la búsqueda de reconocimiento social, o la preocupación por las generaciones futuras, son algunos ejemplos).

Así mismo, también es difícil no simpatizar con sus ideas explorando cómo mejorar la organización de la gestión de ciertos recursos que deberían quedar en el terreno del «procomún» (p.ej. ciertos y escasos recursos naturales).

Sin embargo, no estamos de acuerdo en un punto central. Pensamos que alcanzar el coste marginal cero no puede, no debe ser la meta de nuestras aspiraciones en lo que se refiere a la realidad de los mercados existentes actualmente. Todo lo contrario, plantear la pérdida de valor económico de un mercado como algo deseable o natural, nos parece opuesto a la que debería ser la meta a alcanzar por cualquier empresa, la aportación de un valor creciente a través de su oferta de productos y servicios.

¿En qué contextos se produce el coste marginal cero?

Desde nuestro punto de vista existen dos contextos totalmente diferentes en los que se produce o puede producir el coste marginal cero, y que hay que diferenciar claramente, para contar con la perspectiva adecuada.

Por una parte, desgraciadamente hoy en día abundan mercados maduros en los que la presión para la reducción de costes está llevando a costes marginales decrecientes. De hecho, el principal argumento para los grandes procesos de concentración empresarial es precisamente la reducción de la estructura de costes, y con ella de los costes marginales. En un sentido puramente económico, la madurez de los sectores los lleva a crecimientos estancados o casi nulos en sus ingresos, rentabilidades limitadas, al tiempo que la reducción de las estructuras de costes se traduce en el largo plazo en desempleo e impacto social.

Por otra parte, es cierto que en determinados contextos surgen modelos de organización en torno a la gestión de ciertos recursos, construidos para satisfacer ciertas necesidades sin utilizar para ello criterios de valoración económica. Un ejemplo tradicional serían las cooperativas agrarias que comparten maquinaría o esfuerzo para hacer posible la explotación de las tierras de cada cooperativista. Otro ejemplo más moderno, sería el lanzamiento de un proyecto de software libre buscando la colaboración en el mismo, a cambio de utilizar todos el producto resultante.

Un rasgo común de los proyectos anteriores es que un agente o un grupo de agentes buscan satisfacer sus necesidades a través de la colaboración de terceros, ofreciendo propuestas de valor diferentes a la mera transacción económica, y que en algunos casos pueden ser enormemente sofisticadas en cuanto a nuestra propia escala de necesidades (p.ej. el modelo de compensaciones o ventajas asociado al patrocinio de un proyecto cultural por parte de una gran empresa).

Otra característica relevante es que todos los proyectos e iniciativas en este contexto, suelen generar en sí mismos valor económico directa o indirectamente (el agricultor vende finalmente sus productos a través de la cooperativa; el código de software libre sirve para desarrollar un programa que se ofrece como servicio en el mercado que aporta ingresos a una consultora; el proyecto cultural paga los salarios de intelectuales, investigadores o artistas; …).

¿Por qué el mundo no necesita coste marginal cero?

De acuerdo a nuestra reflexión anterior, no nos parece que esperar que los sectores vayan a evolucionar hacia un coste marginal cero, pueda ser considerado una meta deseable. Todo lo contrario, entendemos que la prioridad de cualquier organización o empresa existente debería ser tratar de aumentar el valor económico que genera.

Siguiendo con nuestra argumentación, cuando la madurez alcanza los sectores económicos más importantes de un país, se traduce en economías nacionales estancadas, dudas sobre la sostenibilidad de sus modelos del bienestar y grandes tensiones sociales, tal y como ocurre hoy en día en las economías de los países desarrollados.

El mundo no necesita coste marginal cero y tampoco empresas que enfoquen su estrategia únicamente en reducir costes.

Conforme la tecnología, los nuevos modelos de gestión y la globalización nos lleven a costes más bajos, las empresas deben empeñarse en explorar nuevas soluciones de valor más sofisticadas, en crear nuevas categorías de oferta por las que los clientes estén dispuestos a pagar un valor más alto, en subir el listón mejorando nuestra calidad de vida y satisfaciendo nuestras aspiraciones.

Lo que el mundo necesita con avidez es más innovación en valor, que se traduzca en crecimiento económico, beneficios y empleo.

Ejemplos como Nesspreso, Actimel, la gama de híbridos de Toyota o iPhone son capaces por sí mismos de reactivar todo un sector y volver a generar nuevo valor económico, y riqueza para la Sociedad.

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