Especialización inteligente en la Unión Europea (UE)

Soy un apasionado de la estrategia, lo reconozco. No lo puedo evitar. Creo sinceramente que en nuestra Sociedad hay un gran déficit de pensamiento estratégico y que éstá es la razón de no poca parte de nuestros males.

Es precisamente por esta razón, que nada me causa más satisfacción que ver cómo desde lo más alto de la Unión Europea, se contempla por fin una de las herramientas más brillantes de Porter como eje para definir la política de cohesión en el horizonte 2014-2020, y que han dado en llamar la especialización inteligente. Hemos tenido que esperar más de 20 años, desde que Porter definiera su «diamante de la ventaja competitiva de las naciones», pero supongo que más vale tarde que nunca.

El propósito de este post es ofrecer una visión más estratégica de la especialización inteligente, no más amplia que la que se define en la propia documentación de la Unión Europea (Acceder aquí), reflexionando especialmente sobre sus fundamentos y las diferentes facetas o ámbitos que implica, esperando que pueda ayudar a responsables políticos y técnicos a aclarar sus ideas y sacar provecho de esta gran oportunidad.

UE política cohesión 2014-2020

UE política cohesión 2014-2020

La competividad de las naciones

En Abril de 1990, Michael E. Porter publicó en su artículo «La ventaja competitiva de las naciones» los resultados de un estudio profundo de cuatro años, centrado en 10 de las mayores economías internacionales (Dinamarca, Alemania, Italia, Japón, Korea, Singapur, Suecia, Suiza, Reino Unido y los Estados Unidos, en conjunto suponían más del 50% de las exportaciones mundiales en el año 1985).

En su estudio, Porter observó que en el mundo existen ciertas regiones geográficas que llegan a acumular un importante protagonismo en una determinada industria, fruto de su alta productividad y competitividad a nivel global. El objeto de su estudio fue profundizar en el concepto de qué es la competividad nacional y cuáles son las bases sobre las que se generan este tipo de concentraciones en torno a una industria que convierten en excelentes a sus productos a nivel mundial.

En primer lugar, como resultado del estudio, Porter negó algunas de las asociaciones que, aún hoy, escuchamos demasiado frecuentemente a través de medios de comunicación, responsables políticos o del mundo financiero.

«La competitividad de las naciones no es un fenómeno macroeconómico, resultado del control de variables tales como tipos de interés, de cambio o déficits públicos. Está demostrado que en escenarios adversos, algunos países han ganado competividad pese a estas grandes cifras»

«Tampoco la competitividad es una función de disponer de «abundante mano de obra barata«, ni de «importantes recursos naturales«. De nuevo algunas economías desarrolladas no han tenido ni lo uno ni lo otro y en ellas se han generado estas «regiones de excelencia».

«Por último tampoco existe una relación con que el «gobierno intervenga más o menos en la economía«, y tampoco con el estilo de gestión, incluyendo en este punto las relaciones laborales (ya que diferentes industrias requieren diferentes estilos de gestión para ser exitosas)»

La única relación exacta que encontró Porter para medir la competitividad nacional es la Productividad, declarando que:

«El principal objetivo de una nación es producir un alto y ascendiente nivel de vida para sus ciudadanos». Y que, «la habilidad para conseguir esto, depende de la productividad con la que se emplean los recursos humanos y materiales de cada nación». «La productividad es el determinante principal de la calidad de vida de una nación en el largo plazo«.

Una aclaración muy importante sobre qué significa Productividad, es la siguiente:

«La Productividad depende tanto de la calidad y características de los productos (que determina los precios a los que pueden ser vendidos), como de la eficiencia con la que son producidos«.

Personalmente, me gusta mucho esta última matización ya que creo que demasiado a menudo se piensa que mejorar la productividad es conseguir hacer lo mismo que ya se hace con menores costes, y muchas veces se descarta la posibilidad de símplemente hacer cosas diferentes que puedan ser más atractivas, escapando de mercados maduros y océanos rojos.

Por último, Porter hace una advertencia que pienso que en el entorno de crisis actual, es la que hace sonar todas las alarmas tanto en España como en la Unión Europea:

«Si una nación pierde la habilidad para competir en un rango de industrias de alta productividad y buenas remuneraciones, sus estándares de vida están amenazados».

También advierte:

«La competitividad tampoco significa directamente trabajos. Es el tipo de trabajos lo que cambia. La habilidad de generar empleos con buenas remuneraciones es la fuente de la prosperidad «.

Productividad e innovación

En su estudio, Porter destaca que no es posible mantener una alta productividad en una cierta industria si no es a través de «actos de innovación» continuados, en un amplio sentido, tanto en lo referente al uso de nuevas tecnologías como en lo relativo a encontrar nuevas formas de hacer o prestar los servicios o productos actuales, o encontrar nuevos productos o servicios que hacer.

En cualquier caso, no hay alta Productividad mantenida en el largo plazo sin innovación.

Las bases para generar una alta competitividad territorial en torno a una industria

Porter, plasmó estas bases en su «diamante de la ventaja competitiva de las naciones«.

Aquí presentamos una versión del famoso «y largo tiempo olvidado» diamante:

El diamante de Porter y la especialización inteligente

El diamante de Porter y la especialización inteligente

A continuación, describo brevemente cada una de las bases y en qué debería de consistir el trabajo en cada una de ellas si se quiere sobresalir regionalmente (ser competitivo) en una cierta industria.

1.- Desarrollar una demanda local fuerte y exigente. No existe ningún caso de concentración territorial de la excelencia en una industria que pueda convertirse en un referente global, que no lleve asociada la existencia de una demanda local fuerte y exigente. Una demanda local fuerte y exigente, marca los estándares de calidad de la industria, le exige mejorarse continuamente.

Observación personal: desgraciadamente, conozco demasiados programas públicos que se centran en la oferta y que no han contemplado de forma directa actuar para crear una demanda local fuerte y exigente, razón de muchos fracasos de los mismos.

2.- Recursos humanos cualificados a primer nivel, financiación e infraestructuras. De sentido común, «cualificación de primer nivel» si se quiere contar con industrias de primer nivel. Por supuesto, el resto de los factores.

3.- Fuertes industrias auxiliares. Este no es un tema menor, ya que a menudo tampoco se centra mucha atención en él. La reflexión es que para que una industria se desarrolle a través de «actos de innovación», es fundamental contar con proveedores que le animen y puedan ayudarla a llevar adelante dichos «actos».

La clave está aquí en detectar cuales son las industrias auxiliares clave de aquélla que quiere potenciarse regionalmente. Por supuesto, el comodín siempre será la industria tecnológica, pero habrá otrás más directas, más ligadas a la industria en cuestión que no pueden ser obviadas (p.ej. en España en el desarrollo de la industria turística, tienen y podrían tener un papel aún más relevante la industria cultural, la industria alimentaria, la de productos para la belleza y el cuidado de la salud, …).

4.- Rivalidad, estrategia e innovación empresarial. Por último en lo referente a las propias compañías que trabajan en la industria que se desea potenciar, Porter marcó tres aspectos clave: (i) que exista una clara rivalidad real entre ellas (la rivalidad estimula la innovación y la productividad, la rivalidad local de forma continuada hace de la innovación y la productividad una necesidad perenne); (ii) que sean capaces de desarrollar un camino propio y diferenciador a nivel global (no basta, entonces con imitar a otros); (iii) que desarrollen continuamente «actos de innovación».

Espero que os haya gustado el post. Un saludo.

Francisco Javier Fano. Director de Desarrollo de Negocio

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